Las personas que trabajamos desde hace años en la educación musical nos damos cuenta de que hay aspectos de la organización de las mismas que van en contra de los principios pedagógicos más elementales.
Una de las cuestiones es la organización de los horarios. Para los niños entre 8 y 12 años y las familias supone un gran esfuerzo físico y mental, amén de temporal tener que, al acabar la jornada escolar, recoger a los niños del colegio, darles de merendar deprisa y corriendo, ir al conservatorio o escuela de música, recibir clase de lenguaje musical, coro, conjunto e instrumento, volver a casa, hacer deberes o estudiar, cenar y dormir... Y así varios días por semanas y restandole tiempo de estudio a los alumnos. Es realmente para poner una medalla tanto a los padres como a los niños.
Ya hay comunidades educativas, en las que se ha tomado conciencia de esta barbaridad, en la que los niños dejan de tener tiempo para jugar, hacer sus tareas con calma o simplemente estar con su familia.