Un músico debe ser consciente del valor que aporta con su arte a la sociedad. La música tiene el poder de hacer mejores a las personas y de ofrecer experiencias enriquecedoras tanto al que la hace como al que la escucha.
Soy de la opinión de que también es responsabilidad del músico saber llegar al público y crear nuevas maneras de ofrecer su talento: nuevos formatos más ricos y estimulantes para el público del siglo XXI, fusión con otras disciplinas, nuevas tecnologías, etc. Tenemos que saber llegar a estos nuevos públicos con imaginación porque no debemos olvidar que sin público no hay nada.
He observado que muchos músicos, sobre todo en el mundo de la clásica, pasan muchas horas preparando conciertos que nunca llegan a hacer o sólo lo hacen una vez. Diría algo más, en muchas ocasiones, tras un esfuerzo titánico, horas de estudio y sacrificio, regalan su trabajo porque les puede la necesidad de tocar o cantar y ver que su trabajo no ha sido en balde, aunque los únicos que asistan sean sus familiares y amigos. Mi opinión es que de esta manera se establece un círculo vicioso (en el que yo misma me he encontrado alguna vez) que mina la autoestima del músico, su creatividad y su talento. Se queda con la sensación de que no ha hecho suficiente, de que la vida es injusta, de que la sociedad no está preparada para apreciar su talento, etc.
Mi opinión es que el cantante y el músico profesional, es conocedor de sus recursos y capacidades y sabe perfectamente valorar cuanto tiempo necesita para preparar un concierto. El músico profesional se compromete con una actuación si dispone de ese tiempo (medido en horas o días) y generalmente hay tiempo suficiente para prepararlo, de hecho ante un contrato o una actuación se produce un estímulo extra que enriquece el proceso de estudio. Por lo tanto, se pone a trabajar con proyectos en firme y prioriza los compromisos profesionales.
Considero importante que se emplee parte del tiempo en observar las necesidades de los programadores culturales y proponer actividades que se ajusten a ellas. Por ejemplo si se celebra algún aniversario de un compositor, si se hace un concierto para celebrar algún día en especial (día de la madre, del padre, de la mujer, de la música, Santa Cecilia, etc.), si hay un festival, etc.
Concluyendo, cuando el músico se abre al mundo encuentra maneras de enriquecerlo, cuando el músico se queda encerrado en su mundo se convierte en un incomprendido.