Se abrió el melón :) Estoy muy contenta de que haya tenido lugar en España un encuentro que trate específicamente las enfermedades profesionales de los músicos.
¿Qué opinais de esta situación real? Los músicos de una orquesta importantísima de nuestro país demandaron a la gerencia un cambio de las sillas debido a que las que tenían no se podían ajustar (en altura, profundidad...) para mejorar la ergonomía del instrumentista, para poder realizar mejor su trabajo y prevenir lesiones. La respuesta fue que "rompía la estética de la sala"... (!!!!)
Esto es un indicativo real de la falta de sensibilidad y conciencia hacia el propio músico. Parece que es más importante que la sala quede bonita, que el protagonista del evento, que es la música ejecutada por el propio músico se desarrolle convenientemente. El músico parece ser, según algunos, algo menos importante que un mero mueble.
Sinceramente, me parece, en una palabra, demencial; y me planteo las siguientes preguntas:
-¿Cómo hemos podido llegar a este punto como colectivo y como sociedad?
-¿Cómo es posible que algunas enfermedades profesionales que afectan a los músicos (hasta en un 80% en el caso de las dolencias muscolo-esqueléticas) no estén reconocidas en el sistema nacional de salud?
-¿Hasta cuando tenemos que esperar para que en los currícula educativos se incluyan contenidos relacionados con: ergonomía, salud, autoconciencia, riesgos laborales, etc... impartidos por profesionales competentes en todas estas materias?
-¿Cómo es posible que no se hayan dado cuenta las autoridades que invertir en prevención es reducir los gastos en curación?
-¿Cómo puede suceder que la esfera mental (los problemas psicológicos) esté en una capa en que los afectados lo sufren pero no lo manifiestan?
Quizá en el mundo del canto, como trabajamos directamente con nuestro cuerpo, haya una mayor conciencia sobre la necesidad de su cuidado y la prevención. Los cantantes no podemos cambiar de instrumento como puede hacerlo, por ejemplo, un violinista. Pero el violinista debería también darse cuenta que no puede cambiar su brazo, su hombro o su codo.
En este magnífico congreso, donde ha reinado un ambiente de unión, respeto, escucha, diálogo y ganas de aprender de los demás, o sea, que ha sido un éxito rotundo, me ha resultado especialmente interesante comprender los mecanismos que emplea la administración para detectar y declarar las enfermedades profesionales, que los trabajos no nos pueden costar la salud, que los profesores somos fundamentales a la hora de enseñar las medidas preventivas y derivar al médico correspondiente cualificado, y sobre todo que el dolor el siempre síntoma de algo que no hay que obviar, hay que actuar, aunque sea leve.
Como Directora en la Comunidad Valenciana de AMPE-Músicos, quiero agradecer desde estas líneas a todos los organizadores, ponentes y profesionales asistentes al evento, felicitarles por su clima constructivo y sus ganas de trabajar en pro de los derechos de los músicos.
¡Juntos somos más y mejores!
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