Damos la bienvenida a esta página a una especialista en musicoterapia, máster por la Universidad de Alcalá de Henares, Alicia Castro.
"El único signo de superioridad que conozco es la bondad."
Beethoven
La ternura se conforma principalmente de bondad y su característica principal es que puede tener muchas formas.
Si vemos la definición de bondad de la Real Academia, habla de “blandura y apacibilidad de genio” lo cual me atrevo a cuestionar, desde mi punto de vista.
Quien es bondadoso no es blando, por el contrario expresa en su acción una templanza y seguridad personal que lo fortalece.
Hay impresas en esas palabras una pincelada que orienta las acciones relacionadas con la ternura y la bondad casi con exclusividad con el género femenino y por consiguiente atribuir blandura ha sido siempre una cualidad aceptada para definir a una mujer.
Quien es bondadoso sabe que lo que tiene para dar no se termina, por el contrario se retroalimenta y crece en la comunicación con los otros y por suerte con los avances en la igualdad de género se están normalizando las actitudes tiernas, delicadas y bondadosas sin exclusividad o predominios de género.
Conjugar bondad y música
Este es un tema que me apasiona y me ha llevado a leer e interesarme sobre los temas de la mente que son también los del corazón, ya que ese músculo es grandioso en su sistemático e imprescindible bombeo pero no piensa y el pensar es lo que nos distingue en el mundo animal.
“El rasgo distintivo del cerebro que poseemos,
es la asombrosa habilidad para crear mapas”
(en El Cerebro creó al hombre, de Antonio Damasio).
Mi inquietud y mi trabajo están basadas en tratar de aclarar y encontrar relaciones entre los efectos de conjugar la música (principalmente la voz y el canto) y la ternura, en el cerebro de quién las recibe que según he podido comprobar conforman un dúo difícil de resistir conscientemente.
Un genio de la música
Hace años ronda por mi cabeza esta frase de Beethoven que me ha impactado entonces y sigue resultándome soberbia por su simpleza y profundidad.
Él, un verdadero genio, no se coronaba a si mismo sintiéndose superior sino que sabía distinguir un estadio donde se puede brillar aún más sin otros méritos y ese es nuestro universo afectivo expresivo cuando está dotado de bondad y ternuras.
Quién así lo acepte, desarrolle y aplique de un modo sistemático estará sumando a su labor una riqueza que le acercará más a sí mismo y a la otra persona facilitando y favoreciendo los objetivos planteados.
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