La música y la poesía son una mancuerna que ha estado vigente desde tiempos inmemorables.
Por: Redacción
Aún cuando ambos tienen personalidades diferentes y su razón de ser es distinta, podría decirse que la música y poesía se entienden, se complementan y en algunos momentos de revelación y creación inspirada, la música puede valerse del recurso poético para la composición de una melodía única y a la vez la poesía puede inspirar todo un universo de sensaciones musicales.
La música y la palabra escrita
En esta relación entre la música y la poesía, quienes han llevado a cabo estudios saben que, a través de la historia de la cultura, obras memorables de la música han tenido como inicio un texto literario, no obstante, otras se han tenido un génesis plenamente musical.
Es así como la Sexta Sinfonía de Beethoven (conocida como Pastoral) muestra una fuerte inclinación a expresarse principalmente a través de la poetización. En contraparte, y del mismo compositor, la Octava Sinfonía es una melodía en la que la música es creada desde una perspectiva netamente musical, sin tomar en cuenta expresiones poéticas o basadas en la literatura, lo que algunos llaman un claro ejemplo de música pura.
En oposición al término de música pura, se entiende que si bien existe la posibilidad de que una sola palabra es capaz de desencadenar una melodía alrededor de ella, una nota musical puede de la misma forma desencadenar una serie de pensamientos poéticos, filosóficos, y demás, lo que pone de manifiesto múltiples posibles relaciones entre la palabra y la música.
La poesía y la palabra escrita
Los elementos adquieren significado según la óptica con la que se les ve o el pensamiento filosófico con el que se les analiza.
En ese orden de ideas, la palabra escrita, vista desde el ámbito de la poesía adquiere un significado distinto, con musicalidad propia que facilita la comunicación y en particular la poesía, en determinados estilos, tiene esa característica, que no se puede captar a través de la prosa.
Todo lo que está escrito sugiere un ritmo específico o mentalmente hace referencia a cierta entonación. Así también, cualquier melodía nos remite a pensar mientras imaginamos lo que dicho ritmo evoca, a través de tantos universos como sea posible. Cada uno hace su imagen y ratifica sus pensamientos según su experiencia de vida.
Ahora bien, ¿qué sucede con todo esto que hemos mencionado y cómo se relaciona? Dentro del espectro de comportamiento e interacción de los elementos, tenemos que el ritmo es a la música como la palabra es a la idea, es decir, hay que hacer uso de un elemento que nos permita expresar el concepto.
La idea de música se ha relacionado siempre de alguna forma con la poesía a través de la musicalidad de las palabras que al leerlas resuenan en nuestra mente y siendo músicos, nos llevan a imaginar una melodía que puede representar a dichas palabras.
El proceso de la escritura y la musicalidad de las palabras
Intentar dar música a una idea específica con palabras puede ser una ardua tarea, tratándose de temas de la vida diaria como el amor o desamor, la vida y muerte, tristeza o felicidad. Ahora bien, no es que un escritor cuando se dedica a su faena tenga siempre una idea de la música en su mente a la hora de crear un poema, sino que la música ya está impregnada en las palabras y solo hay que saber resaltar y combinar “sonidos” como lo haría un compositor musical.
Si entendemos y tenemos bien claro en las manos, en los ojos y en la mente un poema con una forma diversa o confusa, con alusiones o alucinaciones sugerentes a una ambigüedad incluso sonora de la lectura, entonces habría que pensar cómo sonaría si tuviésemos que ponerle música.
Al encontrar algún rasgo musical pensaríamos en una música de un estilo subjetivo con sonoridad poco atrayente para las masas, pero de mucho simbolismo a nivel personal, es decir, una música únicamente nuestra e interpretada solo al interior de la lectura misma.
La primera impresión que viene a la mente cuando usamos un texto para darle música, nos viene a la mente algún tipo de melodía que exprese la idea textual, cuando hay recitador y el texto no se canta; no obstante, de manera inconsciente, buscamos la forma de que la música exprese lo dicho.
Sin querer sobreponer la palabra a la música ni darle más relevancia sobre las artes como algo necesario, ésta y su efecto (el texto), son indispensables para todas las manifestaciones artísticas, pues sin las palabras poco o nada podría expresarse como consecuencia de la misma expresión artística y de su apreciación.
El entorno creativo y artístico de la música en el mundo actual
El contexto de la creación artística es el mundo que comprende paralelismos, convergencias y divergencias del arte y la música respecto de la palabra. Entonces, es posible exponer texto y música en forma paralela para expresar de forma artística ambas ideas.
La música creada con relación a algunas formas poéticas es otro recurso recurrente en la composición. La relación música y poesía o poesía y canto ya no es nada nuevo, pues a través de la historia contamos varios ejemplos que condensan en casi un solo arte, el arte de la palabra y los sonidos.
Entonces, no cabe la menor duda, cuando se enfrenta la sensibilidad interna y externa que, al momento de enfrentar la poesía a la música, ambos elementos estarán presentes uno en otro, y seremos capaces, según nuestro nivel de sensibilidad, de notar los paralelismos entre una y otra y generar convergencias, o de acertar en los puntos en que se unen y separan la poesía de la música.
Tal como se ha expuesto en todo lo que hemos hablado, la música y la poesía tienen una relación simbiótica que está destinada para ser, existir y estar presente por mucho tiempo, tal como ha sucedido a lo largo de la historia.
