Por: Isabel Villagar, profesora online de canto
Alumnos y personas que me conocen me han preguntado qué sentía cuando me subía al escenario.
Lo cierto es qué es algo muy personal y lo cierto es que cada actuación es única.
Podría decir que para mí, subirme al escenario es, principalmente, un acto de entrega, un compartir con un público aquello que llevo dentro para intentar crear un momento especial y significativo.
Y es algo único porque en la evolución de un artista se produce un enriquecimiento constante que hace que detrás de una actuación estén todas las demás.
Personalmente considero que es un privilegio poder compartir mi mundo a través de la música.
Cuando estoy delante del público estoy desnuda, expuesta, frágil y tengo asumido que para poder conectar con los demás debo adoptar una actitud de apertura, de generosidad.
Esta actitud requiere un convencimiento pleno en aquello que se está haciendo. En ese momento dejo atrás todo el trabajo de preparación, todas las dudas, los juicios, las opiniones. Todo eso se debe tener en cuenta antes y después de la actuación pero no durante.
No creo que ningún artista esté satisfecho al 100% de aquello que hace aunque desde fuera se pueda percibir algo como perfecto, siempre hay cosas que en el ensayo salieron mejor, sonidos que podrían haber sido más bonitos, pero esto, lejos de ser algo negativo, es para mi el motor para seguir creciendo y evolucionando.
Estas impresiones y valoraciones son guía que uno tiene para su trabajo diario, son la llave de la evolución artística.
Muchas veces me han preguntado si me puse nerviosa.
La respuesta es sí, siempre, pero es un estado psico-físico en el que uno aprende a desenvolverse.
El miedo escénico o trac es algo real, todos los sentimos y realmente es una energía muy poderosa, el trabajo del músico consiste en entrar en esa energía y ponerla al servicio de la actuación y puedo decir que llega un momento que da igual cantar delante de 2 que de 200, al concentración y la preparación es la misma.
Esta energía poderosa asusta, pero cuando se aprende a canalizarla te permite vivir ese momento con una intensidad tal que todo parece algo natural y fácil.