Pilar Lorengar fue un gran referente de la lírica española y universal. Realizó una carrera internacional con base en la Deutsche Oper de Berlín, donde actuó durante tres décadas, siendo nombrada Cantante de Cámara muy pronto por sus impresionantes cualidades canoras.
El documental sobre su vida y obra La voz y el silencio, de Arturo Méndiz, narra en clave de flashbacks de manera escalonada sus momentos más desconocidos y también los más importantes y relevantes y es muy emocionante, especialmente su final.
Llama la atención al inicio del mismo, que su marido, donara todo su archivo y haya permanecido tantos años sin catalogar. Es recientemente cuando se ha realizado esta necesaria labor y ha servido como base para la elaboración de este merecido homenaje audiovisual.
Pilar nació en unos tiempos muy complicados, entre guerras, en un contexto socioeconómico muy deprimido. Su madre cosía para mantener a su vasta familia y tuvo que donar en adopción a uno de sus cinco hijos.
Dos de sus hermanos fallecieron. Una hermana pequeña por una infección y el hermano mayor en el frente soviético. Por no poder mantener a sus hijos internó a Pilar en un colegio de monjas donde cursaría sus estudios primarios y en cuyo coro comenzó a cantar.
A la vuelta a casa, la situación seguía siendo paupérrima y empezó su carrera como cantante al ganar un concurso radiofónico y posteriormente cantando en salas de fiestas.
Después de esto su madre se muda a Madrid con ella y su hermano pequeño para ayudarla en su desarrollo profesional a través del perfeccionamiento de sus estudios musicales.
Allí se forma con una de las mejores profesoras, la cantante lírica Ángeles Ottein, aún con la dificultad económica de pagar las lecciones, puesto que era una afamada soprano.
El aprendizaje que obtuvo de ella fue la base de toda su carrera. Más vale trabajar bien desde el principio. Con creces la vida le devolvió el pago de esas clases iniciales tan importantes.
Fue en Madrid cuando despegó su carrera cantando zarzuela, de la mano del director Ataulfo Argenta, realizando grabaciones y giras, entre otros cantantes de renombre, con Teresa Berganza, que aparece en el reportaje rindiéndole un sincero reconocimiento.
Sin embargo, la propia Berganza reconoce que la carrera de Pilar no hubiera sido la misma si no se hubiera instalado en Berlín. De ahí su trampolín a una carrera internacional, especialmente visitando EE.UU. (San Francisco y el Metropolitan Opera House de New York), Francia, Inglaterra, Italia (Scala), etc...
Llama la atención que realizara en estudio una sesión con un fotógrafo de prestigio, Giennes, que le sirvieron de carta de presentación ante agentes y directores de teatros, en el que además de su prodiosa voz de pulida técnica, pudieran valorar su presencia y belleza.
La madre siempre la estimuló y la acompañó en todos sus viajes, debido a que su marido, un afamado odontólogo berlinés, debía ejercer su profesión.
Es simpática la anécdota que cuenta su hijastra sobre que su abuela, la madre de Pilar Lorengar, siempre llevaba una paella en los viajes para, en cuanto tuvieran ocasión, cocinar un arroz español para invitar a todo el elenco ;) Desde luego si ella conquistó por su magnífica, insuperable técnica vocal y capacidad interpretativa, su madre lo realizó "por el estómago", por sus habilidades culinarias.
Seguro que Pilar aprendió de su madre muchos de los rasgos que los que son entrevistados en el film destacan como son su generosidad, su humildad, su carácter bondadoso y risueño...
Esta generosidad la mostraba cuando salía tras la función a saludar a la calle y podía llegar estar hasta cuatro horas atendiendo a sus oyentes:
"Ellos me hacen ser lo que soy" (Pilar Lorengar)
Su larga carrera en la Deutsche Oper le permitió elegir los roles más adecuados a su voz en cada momento, con lo cual estos papeles llegaron en el momento justo de madurez física y mental. Esto es una gran lección para los cantantes actuales, que muchas veces muestran prisa a la hora de interpretar roles de envergadura sin un correcto desarrollo muscular de la voz.
Personalmente siempre he sentido una grandísima admiración hacia la cantante aragonesa-universal a la que me hubiera encantado haber podido escuchar en directo.
Tengo prácticamente toda su discografía y bibliografía, de la cual destaco una Traviata maravillosa en directo y el DVD del concierto con Miguel Zanetti (a quien tuve de maestro), su acompañante principal, con quien realizó más de cincuenta recitales, interpretando sobre todo música española (muy destacable su registro de las canciones amatorias de Enrique Granados, entre muchísimos otros referenciales).
Me ha encantado ver a su mujer Carmen, y si en algún momento lee esta reseña, le mando un abrazo cariñoso y todo mi recuerdo por su siempre amable y positiva actitud hacia mi persona.
