Son las tristemente famosas "pruebas de acceso" en las que los estudiantes se juegan a una carta su continuidad en el sistema educativo musical.
Mi reflexión como pedagoga es:
- ¿dónde queda el criterio de los profesores que han enseñado y supervisado su educación durante los cuatro años anteriores?
- ¿dónde queda el sistema de evaluación continua si después su continuidad depende de la nota de un examen?
- ¿cuántos más alumn@s brillantes y sensibles tienen que quedarse por el camino si tienen un "mal día"?
- ¿como docentes, no tenemos otras maneras de hacer este paso, que no debería ni existir, mediante: notas medias, ponderación de lo que han sido esos cuatro años?
Sinceramente, soy de las que pienso que "la música va de otra cosa":
-no es más músico quien más rápido toca, quien canta o toca obras más difíciles,
sino aquel que es capaz de desarrollarse personalmente a través de la música y tiene la valentía de compartirlo con la sociedad.
No soy yo la única profesional que ya ha expresado su opinión acerca de exponer ante un tribunal a alumn@s de tan corta edad porque genera secuelas psicológicas que perduran muchos años, de ahí la alta tasa de miedo escénico que hay en los conservatorios y el consecuente abandono del alumnado (investigad cuántos alumnos que entran terminan las enseñanzas profesionales, ya no digo siquiera las superiores...)
¿Como sociedad no nos podemos permitir prescindir de esta injusta prueba para dar continuidad a alumn@s que ya han demostrado día a día durante cuatro años que valen, saben, pueden y quieren seguir estudiando?
Me parece simplemente "cruel" continuar con este despropósito que provoca más daño que ayuda.
Otro caso sería hacer un examen de acceso a aquéllos que no han cursado o aprobado enseñanzas oficiales elementales.
La prueba sólo debería realizarla
quien no haya aprobado las enseñanzas elementales.
Desde mi punto de vista, si queremos generar músicos seguros, generosos, auténticos, no podemos someter a los niñ@s a esta tensión psicológica innecesaria tan temprano.
Por Isabel Villagar
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Miedo escénico