Por: Redacción
Nuestras condolencias a familiares y amigos por el reciente fallecimiento de la cantante italiana.
Hoy reseñamos una película de reciente factura disponible en la plataforma Amazon Prime.
Un musical pleno de "remembering"
Explota Explota es una película musical que rinde tributo a las canciones de la carismática Raffaella Carrá, nacida en 1943 (ojalá viva siempre) y todo un referente de la televisión y la música de una época que cruza los años 70, 80 y seguíamos todos bailando en las fiestas populares de cada rincón del país en los 90, tal fue la implantación en el gusto musical de este país de su amplio catálogo de hits.
Una película cuyas canciones seguro van a transportar en un viaje de recuerdos, de nostalgia, a muchos.
Transcurre en el lejano año de 1973, cuando la televisión no tenía mando a distancia, no había este sinfín de posibilidades, siendo aún en blanco y negro, llegando a cubrir una audiencia de más de 30 millones de espectadores.
Es gracioso recordar visualmente cuando los teléfonos se marcaban sin prefijo, o no tenían cable, o había cabinas en las calles... La recreación de iconos como los santos sobre el aparato, el tambor de detergente, las vajillas, los botes de sal y azúcar vintage, etc... La música aparece reproducida básicamente en... ¡magnetófonos!
Sólo por ver el colorido pre-ochentero del vestuario merece la pena. Una auténtica fantasía y desparrame visual.
Canciones de Raffaella Carrá, todas archiconocidas
Estamos hablando de otra época musical, aquella, a diferencia de ésta, en la que las canciones tenían como promedio muchísimo más que los cuatro acordes que nos repiten ahora hasta la saciedad (VI IV I V en sus distintas variantes) y lo mismo se podría decir de la uniformidad rítmica de la música comercial actual.
En la época de Raffaella Carrá además de riqueza armónica en el vocabulario con muchos acordes variados y primacía de la cuadratura y del melodismo, podemos escuchar muchas estrofas en modo menor y su estribillo en modo Mayor ("por si acaso se acaba el mundo... para hacer bien el amor hay que venir al sur", "ah ah ah ah... en el amor todo es empezar... explota explota que expló" :) y hasta volviendo una vez más al menor en el propio estribillo en su final ("fiesta, qué fantástica fantástica...") así como los típicos cambios de tono en los finales de las canciones para incrementar la emoción y el efecto ascendente o eufórico (+1 semitono por lo general).
No queremos dejar de comentar el logrado experimento modal de "Rumore", basado en el modo dórico (escala menor con el sexto grado alterado ascendentemente, y séptimo grado rebajado), se podría tocar en un piano con base en la escala de siete notas blancas partiendo de re. Un éxito musical que merece la pena re-escuchar y analizar (subdominante con acorde mayor en una canción con tonalidad de modo menor).
Un reflejo de una época pasada
Vemos rasgos de la consideración social de la actividad artística en nuestro país en esa época. En una escena se llega a decir que tocar la guitarra era algo según el padre del protagonista no deseable porque era propio de "hippies y vagos". Incluso en algunas poblaciones a los artistas se les enterraba fuera del cementerio por ser considerados a la sazón personas de condición de moral dudosa.
Incluso hemos conocido un caso de una señora (fallecida ya) que nos relataba cómo su madre le prohibió estudiar música cuando supo que avanzaba en sus estudios, para que no desarrollara una carrera artística. Este ambiente en el que las artes eran rupturistas y un avance de la evolución social, eran una especie de ventana al futuro, está muy bien recreado en la película.
La censura era actividad común en muchos ámbitos, entre ellos en la televisión, con las tijeras prestas a no exceder de 8 cms. máximo la distancia entre falda y rodilla, los escotes, etc... Y con respecto a las letras fueron prohibidas o recortadas: Se va el caimán, Bésame mucho, Ojos verdes, entre muchas otras...
Capta esa especie de pureza e inocencia de otras épocas, quizá excesiva, en la manera de enamorarse, rayando la ingenuidad y rozando lo naïve que llama la atención del espectador, ávido de sumergirse en otros mundos tan distintos al nuestro.
Una comedia musical para disfrutar
Igual que en el género operístico se alternaba el recitativo (en el que la acción avanzaba) con el aria (parte en la que la misma se detenía, para concentrarse en la recreación de un sentimiento, saborear la sensación de una emoción), en esta película musical los momentos de las canciones se atienen al modelo básico de los musicales clásicos donde la fantasía se desborda.
Ingrid García-Jonsson asume el papel principal cantando con naturalidad, sin artificializar su voz, sacando su expresividad espontánea. Fernando Tejero borda su rol, igual que Natalia Millán, y no queremos hacer spoiler del personaje final, muy sorpresivo.
A tener presente su moraleja: perseguir los sueños artísticos, luchar por lo que uno quiere versus las presiones familiares o de todo un entorno social.
No sabemos con seguridad total si "cualquier tiempo pasado fue mejor"; lo que sí sabemos a ciencia cierta es que esta recreación artística cumple con una función básica y necesaria en estos tiempos: ser entretenida, un periplo de casi dos horas por un mundo fantástico muy logrado.
