Por: Redacción
El flamenco en España se mantiene y su esencia se traspasa de generación en generación, como la integrada por los nuevos exponentes del flamenco español.
El flamenco es muy diverso. Sus pulsiones no siempre se proyectan fuera de su propio círculo, sin embargo, de un tiempo a esta parte, hay grupos que sí lo están popularizando entre jóvenes de hoy en día; jóvenes urbanos que acuden desde géneros como el indie y que conectan a través de artistas menos ortodoxos en apasionante fusión.
Exquirla
En Exquirla se juntan dos figuras: la del Niño de Elche, (quizá el solista masculino más experimental de cuantos ha producido el flamenco en los últimos años) y Toundra, un grupo de post-rock madrileño.
El objetivo era aunar a un tiempo las texturas atmosféricas y la radical reinvención del flamenco del primero. El resultado es maravilloso, referencias veladas a Triana, contundencia y muchísimo flamenco.
Volcánico y voluminoso, Exquirla es la última parada de Niño de Elche: con anterioridad, se sumergió en el krautrock y en ademanes electrónicos en Voces del Extremo y cuadró un elegantísimo y tradicional homenaje a Miguel Hernández.
Y si todo lo que toca lo convierte en oro es porque, pese a sus excesos conceptuales, siempre está unido a su raíz flamenca y un evidente conocimiento formal del género.
Rosalía
Rosalía es el nexo generacional entre la adolescencia sumergida en el trap y el flamenco más elemental. Es la figura más anclada a las nuevas tendencias populares, masificadas, callejeras de las nuevas generaciones, pero también la figura que ha producido un disco más arraigado al flamenco clásico (heredero de la tradición catalana).
Es cierto que las notas y los arreglos a la guitarra de Refree, carentes de virtuosismo, la conectan a un indie folk extraño, pero tanto la composición como la esencia de las canciones y su canto, son flamenco puro, intenso y emocionante.
Silvia Pérez Cruz
La discografía de Silvia Pérez Cruz, propulsada desde el flamenco, es un continuo carrusel a través de los cantes tradicionales de España y Europa. Su último disco, Vestida de nit, es un ejercicio de barroquismo delicioso que se introduce en la música de cámara, en la música portuguesa y en el tremendismo expresionista, histrionismo vocal y también mucha emoción.
Cruz ha tocado diversos palos en apenas un puñado de años, como el folk de carácter más elemental y la escena indie con Granada; un paseo experimental por el flamenco tradicional, Schumann y Edith Piaf, versiones reinterpretadas desde una perspectiva radical, de nuevo barroca pero muy contundente, muy fina. Todo lo que toca, siempre exagerado en la lírica y en su primorosa técnica vocal, lo convierte en una erupción de talento.
Los Planetas
En 2007 Los Planetas lanzaron La Leyenda del Espacio, su fenomenal fusión del espectro shoegaze, ruidista y el flamenco andaluz. Aquel marasmo de emociones, de tensión resuelta en crescendos inapelables, se quedó sin continuidad y el grupo entró en sesión creativa de nuevo, entregando un flamenco-pop más sencillo tres años más tarde en Una Ópera Egipcia. Fueron casi pioneros acercando el flamenco al público general, y su causa parecía perdida para siempre.
Pues no fue así y Los Planetas lanzaron Zona Temporalmente Autónoma, inspirándose en las raíces islámicas de Andalucía, se despojaron de la densidad de las guitarras, se hundieron en las atmósferas de los teclados y cuadraron un disco maravilloso, de nuevo rematadamente aflamencado, muy pop, pero también muy hermoso en su personal tratamiento del género, con temas como “Hierro y Níquel” y “Una Cruz a Cuestas”.
Rocío Márquez
Si María Arnal, Rosalía y Silvia Pérez Cruz representan el carácter juvenil y alborotado del flamenco catalán, Rocío Márquez es la vuelta de tuerca andaluza, el producto de los clubes y tablaos de la Huelva profunda y la hija pura de la exquisitez formal. Su Firmamento, por tanto, podría ser el giro clásico, menos emocionante, de la nueva generación de artistas conectados al flamenco. No obstante, esta idea queda minimizada cuando se escuchan sus canciones.
A Márquez no le cabe el flamenco que lleva dentro, pero no es autocomplaciente pues el carácter elegante, los arreglos de viento, el punto barroco y también de cámara de sus composiciones; la capacidad de reventar con una sutileza brutal las estructuras tradicionales del flamenco la llevan a terrenos excitantes. Su cante, muy dulce y modulado, la alejan del cliché del clasicismo. Todo ello revestido de una teatralidad y riqueza compositiva que en ningún momento resulta cargante.
Melange
Melange están mucho más alejados del flamenco de lo que puedan estar otros artistas. El grupo no proviene de la música folclórica tradicional, sino de la psicodelia vanguardista, y su conexión con el género y con su espíritu clásico es más lateral, a través de referencias cruzadas (el rock progresivo andaluz de los setenta). Sin embargo, sus dos discos tienen un indudable, bien tamizado, poso flamenco.
Tanto en Viento Bravo como en Melange, el grupo se dirige desde un rock preciosista y evocador, a composiciones muy ancladas en el flamenco y en la música tradicional y aunque el resultado final está alejado de la esencia flamenca, el espíritu es lo que sostiene sus composiciones, de forma muy similar a la que cuadraron Triana, Sabicas, Smash o Mezquita. Este toque, tan idiosincrásico, retro y al mismo tiempo actual les convierte en un grupo muy especial.
María Arnal y Marcel Bagés
Sus canciones surgen de viejos archivos sonoros olvidados y de cantes populares actualizados: jotas del delta, canciones tradicionales valencianas y pinceladas de flamenco tradicional.
El dúo se despliega en catalán y español, a ratos acústicos, a ratos electrificado. Hay vanguardismo folk, pero también hay un exquisito tratamiento de la tradición. Ambos son paradigmáticos de una nueva generación: profundamente talentosos, conectados al espectro indie, con recorrido en medios y llenando teatros donde vayan, conscientes y deudores de sus raíces y con una evidente conciencia política.
“45 Cerebros y 1 Corazón” es quizá el mejor disco que este dúo ha lanzado.
