Por: Redacción
Un salsero con una efímera, pero sustancial carrera musical lo suficiente para popularizar canciones que hoy son íconos de aquella época.
Un cantante caribeño que sin tener en cuenta lo que el destino tenía preparado para él, se entregó sin cortapisas a enfrentar con valentía un desafío al que, sin duda alguna, estaba destinado a enfrentar.
Esto puede ser solo uno de los argumentos para echar a andar la rueda con el legado que sin detenerse entregó a través de sus letras, convirtiéndole en una de las más grandes leyendas de la salsa como género, cuyas canciones logró internacionalizar gracias al potencial de su voz y a su sonrisa contagiosa, que formaba parte de un rostro bastante carismático.
Otro gran cantante Neoyorquino de origen latino
Frankie vivió sus primeros años en el Bronx junto a su madre, una cantante de origen dominicano que de alguna forma le transmitió ese sentimiento de amor por la música, sin saber que su estructura ósea vendría preparada para asumir el destino de ser cantante de salsa.
Algunos cantantes vienen al mundo con un paquete de dotes, otros los van desarrollando. En el caso de Frankie, su madre se dedicó a “darle una mano a la naturaleza” mediante la extirpación de sus amígdalas para asegurar que su voz no sufriera cambios radicales a medida que fuese creciendo.
No obstante, Frankie tenía más ventajas que otros y es que no solo tenía buena voz, sino que su rostro simétrico estaba diseñado para presentar al mundo una sonrisa atrayente, con o sin barba, lo que facilitó el trabajo de marketing para la portada de sus álbumes.
Una decisión crucial cambió su historia
En 1981, Frankie decidió hacer un cambio profesional y de manager musical. Fue entonces cuando un cantante, más maduro, más seguro de sí mismo, le permitió enfrentar al mundo con una sensualidad a flor de piel, presente en cada presentación y que pocos cantantes salseros de la época eran capaces de transmitir, a través de su sonrisa, la energía de sus ojos color café y unas cejas y un rostro simétrico diseñado de forma divina desde su nacimiento.
Aunque de baja estatura, su talento y capacidad vocal no mermaban en sus presentaciones en vivo, donde Frankie se volvía una fiera en el escenario, cantando y bailando, cautivando al público que le amaba y le demostró fidelidad absoluta, no solo en sus conciertos, sino en todo material de marketing que la disquera promocionara.
Frankie Ruiz grabó un total de 15 álbumes en su carrera musical, siendo uno de los principales Mi Libertad, álbum con grandes canciones cuyo tema homónimo llegó a la cima de las listas.