Por Isabel Villagar, profesora de canto
Recientemente he podido ver un documental sobre la trayectoria musical y vital de una gran cantante estadounidense y universal, un auténtico icono del pop, documental titulado "Whitney, I can be".
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| W. Houston, una leyenda del pop |
Recientemente he podido ver un documental sobre la trayectoria musical y vital de una gran cantante estadounidense y universal, un auténtico icono del pop, documental titulado "Whitney, I can be".
Whitney Houston se crió en un entorno musical. Su madre era cantante de gospel y lideraba el coro de su comunidad. Whitney cantó desde niña y ya a los doce años cantaba solos.
Su madre le dio toda la formación como cantante y, desde mi punto de vista, esa guía sólida, consistente y respetuosa con su voz hizo que nuestra protagonista, desde muy jovencita tuviera una sólida técnica que le permitía expresarse musical y emocionalmente al cien por cien.
Es el ejemplo de que cuando uno domina su instrumento pone totalmente su interpretación al servicio de la música.
Empezó su carrera muy joven y fue gracias a los consejos y a las orientaciones de su progenitora que no cometió errores que seguramente hubieran truncado su brillante carrera.
Esto es algo de lo que carecen muchos jóvenes artistas, de un consejo fundamentado y de un criterio profesional que los orienten.
Su madre le enseñó a cantar en el mix, a igualar toda su voz, desde lo más grave a lo más agudo, a proyectar ejemplarmente y a utilizar todos los niveles de intensidad en toda su extensión.
Sus agudos, si se fijan como los canta, los realiza con un excelente acople de armónicos en los que la base de este sonido es una "u".
Nuestra protagonista creció en un suburbio y la desgracia de las drogas estuvo presente en su vida desde muy joven. Al principio era algo "sólo por diversión".
Los problemas vinieron cuando el exceso de presión, debido a las altas exigencias profesionales y a la fama, hicieron que ella se refugiara en las drogas como única vía de escape.
Opino que es fundamental para un artista rodearse de personas de confianza, que sean profesionales capaces de decir la verdad, aunque al artista le cueste escucharla.
Houston tenía a su amiga de asesora, Robyn Crawford, quien la comprendía, pero llegó un momento en que las verdades que le decía eran tan incómodas que acabó despidiéndola, al igual que sucedió con su guardaespaldas.
Éste último puso blanco sobre negro tras una gira en la que ella tuvo problemas vocales serios debido a su drogadicción en escrito al abogado de la compañía que el entorno en la gira no favorecía un resultado profesional en las actuaciones.
La consecuencia fue, como hemos dicho, su despido después de ocho años a su servicio fiel.
Me ha llamado especialmente la atención una frase en la que la propia Houston habla de que un artista debe saber muy bien quién es antes de entrar en la industria musical porque, si no, corre el riesgo de convertirse en algo que no desea ser.
Queda claro que Houston tenía un gran carisma y también una voz portentosa.
Salvó su carrera una solida técnica vocal además de tener el privilegio genético de un instrumento de diez.
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© Isabel Villagar, profesora de canto
