-Por Isabel Villagar, Profesora de Canto
Sobre el texto "LAS COMPETENCIAS EMOCIONALES" de Rafael Bisquerra Alzina - Núria Pérez Escoda, Universidad de Barcelona
Sobre el texto "LAS COMPETENCIAS EMOCIONALES" de Rafael Bisquerra Alzina - Núria Pérez Escoda, Universidad de Barcelona
Este texto trata en profundidad el estudio de las competencias (definición, clasificación) y ofrece una panorámica de las investigaciones llevadas a cabo en en este ámbito haciendo especial hincapié a las competencias que moviliza la inteligencia emocional de las personas.
Especialmente interesante son las aportaciones que el estudio de las competencias emocionales ha tenido en diferentes ámbitos (educativo, laboral, etc.)
Especialmente interesante son las aportaciones que el estudio de las competencias emocionales ha tenido en diferentes ámbitos (educativo, laboral, etc.)
Como educadores debemos plantear las diferencias conceptuales entre inteligencia emocional, competencia emocional y educación emocional.
El debate y dilucidación del constructo de inteligencia emocional corresponde a la psicología, mientras que a la educación le corresponde la aplicación de las aportaciones y resultados de la investigación psicológica.
La inteligencia emocional puede ser medida como un conjunto de capacidades mentales; la información aportada por dicha medición puede ayudar a los individuos a entender el papel de las emociones en su vida cotidiana.
La inteligencia emocional puede ser medida como un conjunto de capacidades mentales; la información aportada por dicha medición puede ayudar a los individuos a entender el papel de las emociones en su vida cotidiana.
La competencia emocional pone el énfasis en la interacción entre persona y ambiente, y como consecuencia confiere más importancia al aprendizaje y desarrollo. Por tanto tiene unas aplicaciones educativas inmediatas.
La educación emocional se debe entender como un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo integral de la persona, con objeto de capacitarle para la vida.
El objetivo fundamental de la educación emocional es el desarrollo de competencias emocionales.
El objetivo fundamental de la educación emocional es el desarrollo de competencias emocionales.
Si nos centramos más en la cuestión de las competencias emocionales es preciso concretar antes qué se entiende por competencia y qué características la definen, qué tipos de competencias hay, y qué tipos de competencias emocionales se han estudiado.
Desde la perspectiva educativa se ha definido competencia como como la habilidad de movilizar adecuadamente el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para realizar actividades diversas con un cierto nivel de calidad y eficacia.
Una competencia se concreta en que reúne las siguientes características:
-Es aplicable a las personas (individualmente o de forma grupal).
-Implica unos conocimientos “saberes”, unas habilidades “saber-hacer”, y
unas actitudes y conductas “saber estar” y “saber ser” integrados entre sí.
-Incluye las capacidades informales y de procedimiento además de las formales.
-Es indisociable de la noción de desarrollo y de aprendizaje continuo unido a la experiencia.
-Constituye un capital o potencial de actuación vinculado a la capacidad de movilizarse o ponerse en acción.
-Se inscribe en un contexto determinado que posee unos referentes de eficacia y que cuestiona su trasferibilidad.
La delimitación del constructo de competencia emocional aparece como un tema de debate en el que todavía no existe un acuerdo unánime entre los expertos.
El primer punto de discrepancia aparece en la propia designación. Así, mientras que algunos autores se refieren a la competencia emocional, otros prefieren utilizar la designación competencia socio-emocional; otros optan por utilizan el plural: competencias emocionales o socio-emocionales.
Por otro lado los diferentes autores han definido el constructo con matices diferentes:
1. Salovey y Sluyter (1997) identifican cinco dimensiones básicas en las competencias emocionales: cooperación, asertividad, responsabilidad, empatía, autocontrol.
2. Goleman (1995), dividido en cinco dominios -auto-conciencia emocional, manejo de las emociones, automotivación, empatía y habilidades sociales- que a su vez incluían la existencia de veinticinco competencias.
En la revisión de dicha propuesta, siete años más tarde, Goleman, Boyatzis y Mckee (2002), proponen tan solo cuatro dominios -conciencia de uno mismo, autogestión, conciencia social y gestión de las relaciones- y dieciocho competencias.
En la revisión de dicha propuesta, siete años más tarde, Goleman, Boyatzis y Mckee (2002), proponen tan solo cuatro dominios -conciencia de uno mismo, autogestión, conciencia social y gestión de las relaciones- y dieciocho competencias.
3. Para Saarni (2000) la competencia emocional se relaciona con la demostración de autoeficacia al expresar emociones en las transacciones sociales (“emotion-eliciting social transaccions”). Este autor define la autoeficacia como la capacidad y las habilidades que tiene el individuo para lograr los objetivos deseados.
Para que haya autoeficacia se requiere conocimiento de las propias emociones y capacidad para regularlas hacia los resultados deseados. A su vez, los resultados deseados dependen de los principios morales que uno tiene.
Así, el carácter moral y los valores éticos influyen en las respuestas emocionales de cara a promover la integridad personal. La competencia emocional madura debería reflejar una sabiduría que conlleva los valores éticos significativos de la propia cultura.
Para que haya autoeficacia se requiere conocimiento de las propias emociones y capacidad para regularlas hacia los resultados deseados. A su vez, los resultados deseados dependen de los principios morales que uno tiene.
Así, el carácter moral y los valores éticos influyen en las respuestas emocionales de cara a promover la integridad personal. La competencia emocional madura debería reflejar una sabiduría que conlleva los valores éticos significativos de la propia cultura.
4. Las competencias socio-emocionales propuestas en Graczyk, y otros (2000), Payton, y otros (2000) y CASEL (2006), se pueden resumir en 17 puntos
5. El ISBE (Illinois State Board of Education), (2004) estableció unos estándares para el aprendizaje social y emocional que dan cuerpo al plan de desarrollo emocional que se aplica en los centros educativos de su competencia.
Este plan se concreta en tres objetivos que expresan una serie de actitudes y valores a fomentar en las aulas.
Este plan se concreta en tres objetivos que expresan una serie de actitudes y valores a fomentar en las aulas.
6. Bisquerra (2007) tras la revisión de las propuestas anteriores, entiende las competencias emocionales como el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales.
Y establece que las competencias emocionales pueden pueden agruparse en cinco bloques: conciencia emocional, regulación emocional, autonomía personal, inteligencia interpersonal y habilidades de vida y bienestar. Amplía cada bloque especificando concretamente qué supone cada uno y cómo se puede desarrollar.
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© Isabel Villagar, Clases de Canto
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