Por: Isabel Villagar, profesora online de canto
La familia Bélier es una entrañable película con trasfondo musical (especialmente vocal) ambientada en Francia.
El mundo del coro en el instituto, del descubrimiento de la propia voz, de la dificultad de la muda vocal en los chicos, de la positiva influencia de un profesor de canto, queda perfectamente reflejado en este film que, además, está pleno de valores humanos dignos de ser diseminados en la sociedad.
En una familia de sordos en la que la única persona no sorda es la hija se desarrolla esta historia conmovedora en la que se plantean diferentes cuestiones.
La primera es la normalización de la vida de las personas sordas y de su entorno a través del lenguaje de signos y la convivencia con la sociedad. Es una familia perfectamente integrada que lleva una granja en la que fabrican quesos y los venden en el mercado.
También es pone de relevancia el papel que la hija no sorda juega en la socialización de toda la familia. Y por esta razón la dependencia que en un determinado momento le hace plantearse el renunciar a su sueño, que es cantar.
Por otro lado es bonito observar el rol que un profesor de música de secundaria puede tener en el despertar musical y vocal de los adolescentes a través de un coro. No se plantea en ningún momento que los jóvenes no puedan cantar, sino que se hace posible a través de un repertorio adecuado para sus voces.
En ese contexto la protagonista de la historia descubre que tiene un bonito timbre, que posee unas buenas capacidades para cantar, pero no las tiene desarrolladas y es el profesor el que le dice que puede llevar a otro nivel ese potencial y presentarse al coro nacional preparándose para una prueba de acceso dura en París.
En un principio la protagonista oculta a su familia la intención de presentarse a esta prueba porque es consciente de la dependencia que su familia tiene de su voz y de su oido para poder comunicarse con los demás. De hecho, cuando la familia se entera aparece el conflicto.
En el entorno rural en el que se desarrolla la película, la protagonista va en bicicleta de un lado a otro y siempre va aprovechando esos momentos para explorar su voz sin juicios ni prejuicios.
Es necesario en la adolescencia esa exploración libre que permitirá descubrir las posibilidades que la voz cambiada ofrece, muchas más que las que ofrece la voz infantil.
También se ponen de manifiesto las relaciones de amistad que se generan en una agrupación vocal. En el coro del instituto se establecen vínculos afectivos, de amistad e incluso de posible amor, que perduran a lo largo del tiempo y se aprende a apoyar a los demás como si fueran miembros de la propia familia.
Una película de bonitos valores (ecología, defensa de las propias ideas, democracia, igualdad, integración, potencial socializador y humanístico de la música, el coro como comunidad y dinamizador cultural...).
¡He disfrutado mucho viéndola y además el final es emocionantísimo!
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