Por: Isabel Villagar, pedagoga del canto
Existe una gran disfunción en el sistema educativo musical español.
Cualquier persona que quiere dedicarse a la docencia en secundaria ha de cursar un máster específico de dos años que le capacite para la misma. Cualquier persona que quiera ejercer como maestro ha de realizar la carrera de magisterio con una alta carga de asignaturas de corte pedagógico.
Sin embargo, si un aspirante a profesor del Cuerpo de Profesores de Música y AA.EE (Artes Escénicas) que ejercen en los conservatorios elementales y profesionales quiere ejercer como docente, aún se le exime de este requisito pedagógico debido a que el propio Ministerio de Educación no ha desarrollado los contenidos de un máster específico para la docencia en este cuerpo que sí está aprobado en la ley.
¿Debe un docente de música conocer la psicología infantil y juvenil?
Teniendo en cuenta que las enseñanzas elementales y profesionales de música y danza se desarrollan entre los ocho y los dieciocho años y por tanto los alumnos/as están en periodos evolutivos muy característicos que requieren una atención específica, no se puede obviar la necesidad de que los docentes estén convenientemente formados para atenderlos.
Una de las necesidades que refieren muchas familias y alumnos/as de música es que se les trate como lo que son, niños y niñas y adolescentes, con su propia psicología y manera de entender el mundo y no como "adultos en miniatura" o "pequeños adultos".
Esto quiere decir, por poner un ejemplo práctico, que un niño de ocho o nueve años no tiene desarrollada la capacidad de abstracción, entre otras, y por lo tanto no es capaz de emplear recursos que ha utilizado para tocar una obra en otra obra diferente de una manera autónoma.
Es el docente el que ha de referir esa traslación de información y en muchas ocasiones he observado que ciertos docentes se molestan por tener que repetir algo que consideraban que ya habían explicado convenientemente en una primera vez, cuando de otra manera no podría ser debido a las características psicológicas de los niños y niñas a esa edad, como Piaget enseña.
¿Debe el docente de música conocer las principales teorías y tendencias didácticas y metodologías actuales?
No conocer a los pedagogos del s. XX y XXI, no tener los recursos para investigar sobre la propia acción educativa, no conocer los principios, siquiera básicos, de la psico-pedagogía o no haber estudiado una gran diversidad de recursos didácticos y metodologías variadas conlleva a que los docentes simplemente repitan los modelos con los que ellos han sido educados sin llegar a reflexionar sobre los mismos y sobre la capacidad de mejorarlos. Se dan demasiados casos de docentes anclados didácticamente aún en el s. XIX en los conservatorios.
No se puede caminar hacia el futuro de una educación musical de calidad sin unos docentes bien formados en los ámbitos pedagógicos que permitan ese desarrollo. Esta carencia del Cuerpo de Profesores de Música y AA.EE. debería ser tenida en cuenta de manera urgente para que las próximas generaciones de docentes puedan tener las herramientas suficientes para caminar hacia ese futuro.
El máster específicio de pedagogía musical para el Cuerpo de Profesores de Música y AA.EE. debería ser desarrollado con todo este tipo de contenidos.
¿Cómo influye la no exigencia de la formación pedagógica en la elección de las especialidades de los estudiantes de enseñanzas artísticas superiores?
El hecho de que no se les haya exigido a los anteriores y actuales profesores de música formación exigente en docencia musical, tiene una repercusión importante también en el enmascaramiento de vocaciones. Sólo una persona con un mínimo de vocación docente dedica dos años de su vida a formarse en la docencia.
Un gran número de estudiantes de enseñanzas superiores de música y danza se inclinan por especialidades interpretativas a sabiendas de que al final se dedicarán a la docencia (ya que no se les exige este requisito fundamental para la gran mayoría de profesores del sistema educativo nacional) puesto que estadísticamente es la principal ocupación de los titulados en música y danza.
Como no se entiende y no se permite que un profesor de secundaria de matemáticas, física, lenguas, -¡incluso música en secundaria!-, etc... enseñe sin formación pedagógica, no es inteligible que esté pasando aún en la enseñanza musical de este país.
Seguramente, en el momento en que se exija el máster específico en música para acceder al cuerpo citado encontraremos que habrá una mayor demanda de las especialidades de Pedagogía, que, incomprensiblemente ahora parecen el "patito feo" de la formación superior, lo cual no debería ser, en tanto -como hemos indicado- la gran mayoría de los titulados en interpretación acaban presentándose a las oposiciones o las bolsas de trabajo de docencia musical.
Esto es un dato archiconocido, vox populi. Estaría bien que los conservatorios superiores no se desentendieran del futuro de sus egresados y les consultaran a posteri cuántos de ellos se dedican exclusivamente a la interpretación y cuántos de ellos a la docencia, para adaptarse a la realidad.
¿Por qué lo llaman "docente" cuando al final es "intérprete"?
Estaría bien que aquellas alumnos/as que acceden a las especialidades de interpretación en educación artística superior conocieran las posibilidades de empleabilidad de estos estudios tienen al margen de la docencia.
Es decir, ¿cuántos de ellos van a poder trabajar única y exclusivamente de la interpretación? Muy pocos.
Nos encontramos también que muchos de los docentes de música, al no haber tenido formación pedagógica suficiente se encuentran limitados en el desarrollo de su perfil docente.
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