Por: Isabel Villagar, profesora de canto
Los profesores de canto y los directores corales han de poner en el centro del proceso educativo al alumno y valorar el grado de madurez física, mental y emocional de los adolescentes con los que trabajan. Es uno de los retos de la educación actual a nivel general y por ende también lo es en el ámbito de la educación musical y vocal.
Adaptar el repertorio al alumno y no el alumno al repertorio
Para ello es necesario repensar el currículo y decir bien alto y claro que el objetivo curricular es la adquisición de la técnica vocal necesaria para cantar, el repertorio es sólo un medio para la adquisición e esa técnica vocal, de esos recursos y herramientas que les van a permitir adaptarse a los cambios.
Venimos de una tradición en la que se vincula la adquisición de destrezas al hecho de tocar obras determinadas y en muchas ocasiones se nos olvida que es necesario que musical y vocalmente los alumnos estén preparados para abordarlas.
Una de las cuestiones que ha abordado es el tema de la revisión del repertorio coral, que debe estar al servicio de la evolución vocal de los estudiantes y no viceversa. Es decir, que si tenemos que plantearnos el hecho de dejar de cantar durante la adolescencia obras de Mozart o Palestrina por ser demasiado difíciles y no tener los alumnos la competencia vocal para realizarlas, pues habrá que buscar otro repertorio que les ayude a construir su instrumento y a progresar en su desarrollo vocal.
Aprender sobre la muda vocal y las repercusiones en su evolución vocal
Los adolescentes necesitan saber qué va a pasar con su cuerpo y por ende con su voz antes de que el proceso comience y ese proceso se ha de vivir con alegría porque es normal que suceda. Es una cuestión a celebrar.
Los docentes deben acompañar en el proceso de cambio vocal o muda a los alumnos porque en el caso de los chicos dicho cambio puede afectar a su autoestima y es esencial que el docente preserve ante todo el auto concepto de sus alumnos sobre sus capacidades para poder cantar. Es decir, que no piensen que por el hecho de estar cambiando la voz deben dejar de cantar.
Debemos eliminar del imaginario colectivo que los chicos y las chicas deben dejar de cantar durante la adolescencia y como docentes hacerlo posible conociendo muy bien qué pueden hacer en cada momento y adaptándonos a ello.
Ideas a tener en cuenta en la educación vocal de los adolescentes
Los niños y jóvenes que cantan deben tener referentes: iguales, jóvenes mayores que ellos y adultos que les permitan verse reflejados y pensar que cantar durante la adolescencia es posible y saludable. Cuando los más jóvenes entran en contacto con los mayores y éstos les explican el proceso y sus vivencias y experiencias mucho mejor se producen un aprendizaje vicario (aprender a partir de la experiencia de los demás o por imitación) de gran valor para todos.
Cantar en un coro es un acto social pero no todos los jóvenes que quieren cantar sienten la necesidad de cantar en grupo. Es necesario fomentar un compromiso social y potenciar los beneficios de cantar con los demás: trabajo en equipo, amigos, logros, etc...
A más se permita el desarrollo de la propia identidad y la autonomía en la adolescencia más motivadora resultará la actividad de cantar ya sea en grupo o no.
Es muy importante no exponer a los estudiantes al públicos si no están preparados para ello, compartir aquello que se hace ha de nacer de una sensación de seguridad. Es importante por tanto que los docentes planifiquen y secuencien muy bien el repertorio que se ha de trabajar para que los alumnos se sientan poco a poco más capaces.
Por lo tanto el docente debe tener la suficiente pericia y apertura mental para adaptar el repertorio a las necesidades, a aquello que necesitan aprender los alumnos en cada momento.
Más reflexiones sobre las investigaciones de Freer
Es muy importante que se establezca una buena relación de confianza entre el docente y los alumnos y entre los propios alumnos para favorecer la creación de un contexto seguro de aprendizaje, esencial para la práctica y el descubrimiento vocal y para el desarrollo de la técnica vocal y la creatividad.
Lo que más me gusta de las investigaciones de Patrick Freer es que ha preguntado a los propios estudiantes sobre qué es lo que buscan en la actividad coral o en el mero hecho de cantar y él mismo relata que a los jóvenes les gusta cantar, les gusta establecer amistades con las que compartir aficiones y que lo que necesitan son herramientas para poder hacer hacerlo.
Hay todo un mundo para descubrir y crear repertorio de calidad adaptados a las características vocales de los adolescentes que incluyan los intereses vocales y musicales de los mismos.
Uno de los consejos que ofrece también es la necesidad de que los profesores de música de secundaria y los directores corales tomen clases de canto para profundizar en su conocimiento sobre la voz para poder transmitir el mismo a sus alumnos.
También aboga por emplear recursos didácticos que se adecúen a las capacidades mentales y musicales de los alumnos y que les ayuden a entender cómo funciona la voz, algo con lo que estoy muy familiarizada y que empleo habitualmente en mis clases de canto.
